Nuevos estudios indican que es difícil contagiarse tocando superficies, pero las probabilidades aumentan por la vía aérea. Ante la imposibilidad de controlar las reuniones sociales, proponen concientizar sobre medidas para reducir el riesgo de propagación.
lavoz.com.ar
Ya pasaron más de siete meses del primer caso de coronavirus en Argentina. Las evidencias indican que la cuarentena estricta de toda la población es la medida más eficaz para aplastar la pandemia.
Pero ante la falta de decisión política y de consensos entre la población en esa línea, la ciencia propone algunas medidas de “sintonía fina” para al menos limitar los contagios en ciudades con actividades casi completamente flexibilizadas.
Algunos puntos a tener en cuenta: la medición de la temperatura en los negocios no sirve y el uso del barbijo es muy importante siempre que se haga correctamente y sea de calidad.
Además, el tiempo nos hizo dar cuenta de que el problema no es sólo sanitario: hay que tener en cuenta aspectos sociológicos y psicológicos. Algunos sociólogos proponen una estrategia de reducción de daño con “encuentros seguros”, en analogía al «sexo seguro» para las enfermedades de transmisión sexual.
Superficies
Al principio de la pandemia se acentuó en la importancia de sanitizar objetos y superficies, ya que se pensaba que el contacto con ellas podía ser una forma frecuente de contagio.
Limpiar las compras. Los investigadores ahora minimizan casi a cero esta posibilidad. De lo cual se deduce que la gente común no debería usar guantes ni tampoco sería necesario sanitizar las bolsas de las compras. En general, el virus sobrevive dos horas en la superficie donde cayeron gotas de una persona infectada que estornudó, según un trabajo de investigación.
La limpieza rutinaria con lavandina de superficies como pisos y paredes tampoco tendría mucho sentido en lugares que no sean hospitales. Incluso puede dar una falsa sensación de seguridad.
Sin embargo, el lavado frecuente de manos resulta una buena práctica para evitar el contagio de este y otros patógenos.
Aerosoles
Al contrario, el contagio por gotas microscópicas suspendidas en el aire (transmisión aérea) que al principio fue descartado hasta por la OMS, ahora se suma a las formas de propagación, aseguran diferentes trabajos.
Ventilar. Por ese motivo es importante ventilar los ambientes cerrados y usar de barbijo o tapaboca de calidad en esos espacios a pesar de que se mantenga una distancia física de dos metros con la otra persona.
Lo que sucede es que en los espacios cerrados los aerosoles con virus pueden viajar más lejos que dos metros. Una forma práctica de medirlo es pensar que la distancia hasta la que podemos oler el humo del cigarrillo es la misma a la que el Sars-Cov-2 puede llegar en forma de aerosol.
Aire acondicionado. Una importante aclaración para los días de calor: el aire acondicionado no reemplaza a la ventilación, porque estos aparatos no renuevan el aire sino que lo recirculan.
La transmisión con aerosoles es consistente con una de las formas más frecuentes de propagación que es a través de eventos de supercontagio, donde una persona infecta a varios en un ambiente cerrado.
Por eso es clave limitar la aglomeración de personas bajo un mismo techo. Al contrario, para varios expertos no tiene mucho sentido restringir las actividades que se realizan al aire libre, sin aglomeración, como en parques, plazas, terrazas y veredas.
Tiempo de la reunión. Cercanía y tiempo son factores de igual peso a la hora de un contagio, por eso es importante limitar la cantidad y distancia entre las personas como también evitar que las reuniones se prolonguen por mucho tiempo.
Contacto directo
En espacios abiertos alcanzaría con mantener la distancia física para evitar el contagio directo a través de las gotículas de saliva y moco que pueden expulsar un infectado mientras habla, ríe, tose, estornudo, grita o canta. Estas partículas pueden viajar hasta aproximadamente dos metros. Y también es recomendado usar barbijo o tapaboca en la medida que se pueda.
Carga viral. Este contagio directo se da si la persona expuesta está 15 o más minutos a menos de dos metros del infectado. Pero todo depende de la carga viral que tenga el infectado y de la que reciba la persona en riesgo de contagiarse. Por el momento se desconoce cuánto virus debería inhalar una persona para infectarse.
Silencio. El silencio sería un factor clave para reducir el contagio. Y muchos expertos apuntan que por este motivo sería factible abrir bibliotecas, teatros, cines, museos y galerías de arte, aunque con un aforo limitado y con protocolo de no hablar y usar barbijo.
Reducción de daños
Aunque se infectan menos personas que en un evento de supercontagio, el hogar y las reuniones privadas son los focos de transmisión más frecuentes. El estado carece de herramientas para poder controlarlos, pero sí podría focalizarse en concientizar sobre estrategias de reducción de daños.
“Hay que trabajar la idea de encuentro sociales seguros, como la idea de sexo seguro para limitar la transmisión de enfermedades sexuales”, sostiene Daniel Feierstein, sociólogo investigador del Conicet y de la Universidad de Buenos Aires.
Sugiere que la gente reduzca los encuentros semanales a no más de cinco personas por semana y que en lo posible sean siempre las mismas. Y que, además, las reuniones deberían realizarse en lugares abiertos y evitar la presencia de personas de más de 60 años.
En algunos países en donde están pronibidas las reuniones familiares se permiten formar “burbujas de soporte” en las cuales dos grupos familiares se fusionan. Pero esa burbuja no se puede cambiar de una semana a la otra.
Feierstein cree el Estado planificó las restricciones pensando que los comportamientos ocurren a partir de decisiones racionales, pero se olvidaron de los aspectos emocionales y sociales. Y ejemplificó que no es lo mismo lanzar una medida de restricción para las reuniones sociales en un país asiático que en América latina.